Estamos a mediados de otoño, por lo tanto en plena temporada
para pescar a fondo.Teníamos muchas ganas de ello ya que, desde antes del verano, no
hemos visitado los pesqueros cercanos; hemos estado muy ocupados con la campaña de
túnidos y con el curricán costero. Volvemos a la pesca de fondo con un aliciente especial: Probar un nuevo
juguete, el cebador UFISHPRO.
Para nosotros, el cebado bajo la embarcación en la pesca a
fondo es fundamental, concentrando y atrayendo pesca incluso cuando hay muy
poca actividad. No es infalible, pues hay días de esos en los que parece que en el mar
solo hay agua, pero multiplica exponencialmente las picadas que reciben
nuestros aparejos. Ya lo hemos comentado en otros artículos del blog: https://pescaygastronomia.blogspot.com/2016/06/pesca-desde-embarcacion-fondeada-en-el.html
Usamos diferentes métodos para llevar el macizo al fondo, más o menos eficaces a tenor de los resultados
que solemos conseguir. Aunque todos tienen sus pros y contras. Así, nos
despertaba mucha curiosidad ver cómo iba a responder en esta ocasión el cebador, que para tal efecto, habíamos adquirido.
Las informaciones sobre la abundancia de pescado en los
pesqueros habituales no eran muy halagüeñas, más allá de que en los fondos
arenosos se estaban dando últimamente bien las brecas y chipirones, cosa que ya
habíamos comprobado días atrás.
Decidimos por tanto visitar una piedra que nos suele dar
buenos resultados y poco frecuentada, ya que el fondo es complicado con
escalones y bastantes enganches. Ya la habíamos probado recientemente un par
de veces pero practicando el slow jigging (con escasos resultados, todo hay que decirlo).
El cebador UFISHPRO es muy sencillo de preparar. Lo primero
es meter unos plomos en el embolo que empuja el macizo. En la base se puede
soltar una tapa y añadir más peso, pero nosotros optamos por atar un fusible
con pita del 0,60 y media braza de largo (el aparato ya viene preparado para
ello), y colgar un plomo de medio kilo.
La profundidad a la que íbamos a pescar
era de 65 metros y con posibilidad de enganches, así que de esta forma pretendíamos conseguir
que el cebador profundizara más rápidamente, previniendo la posibilidad de perderlo al quedar
atrapado en alguna roca, levantándolo un par de metros una vez el plomo tocase fondo.
La operación de cargar la pasta de pescado es limpia y
sencilla. La boca del cebador es amplia y posee gran capacidad. Además, la
rejilla se puede cerrar para evitar los derrames y ensuciarlo todo mientras lo
llenamos. Eso si, hay que acordarse de volver a abrirla antes de sumergirlo... Nosotros el día que lo estrenamos realizamos varias cargas siempre a media
capacidad para que el balde de macizo nos durara todo el día.
Aunque las aberturas del cebador son lo suficientemente
grandes para permitir salir la pasta sin obturarse, en este caso usamos una
preparada industrialmente con sardina y anchoa. Decidimos pasar un par de veces
la batidora para triturar los restos de cabezas y espinas de pescado que siempre
quedan y pueden acumularse, cegando la rejilla.
Cebamos varias veces y durante toda la jornada; unas con la pasta sola para conseguir
un cebado rápido y en extensión y otras añadiendo arena, pan rallado o arroz
para conseguir que el macizo caiga al fondo y se mantenga más tiempo bajo la
embarcación.
Como conclusión, el cebado fue muy satisfactorio con la pasta sola
ya que apenas quedaron restos cuando fuimos a volver a cargar. Sin embargo, el
añadir pan rallado no fue buena idea ya que la pasta se apelmaza y no sale con
facilidad. Añadir arena funciona en el plano del cebado pero tampoco es buena
solución pues dificulta abrir y cerrar la tapa al incrustarse y ensuciar la
rosca. Por último, también funcionó estupendamente añadir arroz; de esta forma
vimos que la salida del macizo se ralentiza, pero sin obturarse ni apelmazarse, ya
que se necesitó más tiempo, para que el cebador se vaciara, que con pasta sola, pudiendo espaciar así más las cargas.
Samuel, el
fabricante y diseñador del aparato nos había recomendado añadir trigo, pero usamos el
arroz, que es lo que teníamos por casa.
Montamos el cebador en una caña provista de un veterano
carrete de curri que ya ha prestado mil servicios a bordo y que tiene la suficiente
fuerza y línea resistente para subir y bajar el cebador con facilidad.
Por una
parte, la caña, al ser flexible, potencia el balance del conjunto plomo +
cebador para facilitar la dispersión del contenido y el carrete permite no
tener que andar con rollos de cuerda y líos en la cubierta. Es como si tuviéramos
una caña más pescando, sin más engorro. No entorpeció en ningún momento la
acción del resto de las cañas.
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Montamos el cebador en una caña de curri a modo grúa. |
Al principio lo colocamos en una banda de la
embarcación aunque finalmente lo centramos en la popa, que es donde más
tiempo estuvo. La ausencia de corriente facilitaba operar sin problemas pero por
otra parte no favorecía en absoluto la dispersión del macizo. Siempre hemos
comprobado que la presencia de algo de corriente es positiva para la pesca a
fondo cuando nos ayudamos del cebado.
Ante estas condiciones, calma chicha y ausencia de
corriente, solo cabía otra cosa y era esperar y confiar en la acción del cebado.
Nada más llegar al pesquero, a eso de la una del mediodía, apenas un par de
cabrillas atacaron nuestros cebos, pero tras un par de horas cebando y encarnando
los anzuelos empezamos a tener presencia de pez pequeño que nos limpiaba
habilidosamente los pedazos de sardina que poníamos en el anzuelo.
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Montamos las cañas para los calamares, en el centro entre las dos
cañas con aparejos de fondo y el cebador a popa. |
Así que,
aunque era mediodía y el solazo estaba en todo lo alto, decidimos sacar un par
de cañas para tentar los calamares que pudieran ser atraídos por el olor del salazón y los peces de pasto. Fue una decisión acertada pues a los pocos minutos
tuvimos picada en las dos cañas a la vez; salieron dos buenos tubos (Loligo
forbesii).
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El "capi" Teo controlando la banda de babor. |
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Alguna faneca salio bastante hermosa |
A la par empezamos a sacar en el resto de cañas peces pequeños,
algunos chicharros negros, cabrillas y fanecas, pero los grandes calamares
desaparecieron, aunque estábamos convencidos que andarían por allí
tras los peces que atraíamos con el cebado.
La cosa se fue animando, trascurriendo la tarde con algunos
peces de más calidad, varias chopas y
una mojarra, hasta que el “capi” Teo, informó: “ojo, que son las cinco, la hora del
pargo”. Y así fue. Salió un bonito ejemplar justo a esa hora, lo que nos
animó a meter más macizo en el cebador, esta vez con arroz.
Con la caída del
sol tuvimos varias picadas de calamares, aunque solo pudimos subir otros dos ya
que varios se escaparon e incluso uno nos rompió el terminal llevándose el
pajarito. ¿Como tendría que ser el ejemplar teniendo en cuenta el tamaño de los que ya habíamos sacado?.
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Aun estaba por llegar la sorpresa final. |
Entre los 4 calamares que sacamos
pesaron 8 kilos. Pero la sorpresa vino al final, cuando estábamos para irnos; a la última caña por recoger que teníamos
calada junto al cebador entró un abadejo de los gordos.
Es de reseñar cómo los calamares también atacaron los anzuelos en
los que picaban los peces pequeños, lo que nos provoco más de un lío, ya que
eran grandes ejemplares y fueron capaces de llevarse los aparejos en el fondo unos contra
otros al intentar comerse los peces prendidos en los anzuelos, esto está claro que es gracias a la atracción que genera el cebador. La
próxima vez les esperaremos más preparados.
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Los calamares atacaron los peces pequeños que picaban a los anzuelos,
dándoles buenos bocados y arrastrando los aparejos. |
En resumen, una jornada que en principio nos parecía que no
iba a deparar nada interesante, gracias a la paciencia de los pescadores y al trabajo del cebador se
transformó en un día para recordar gracias a la calidad de las capturas.
Como cualidades
a destacar de nuestra primera experiencia con este cebador están la facilidad de manejo, la limpieza y la eficiencia. Otro de los puntos claramente fuertes del cebador UFISHPRO es su gran capacidad de carga, lo que permite hacer cebados masivos en un momento determinado, no obstante en esta ocasión, esta capacidad no la hemos valorado tanto ya que preferimos realizar numerosas operaciones de cebado durante toda la jornada, como ya hemos comentado, ésto apoyado sobre todo por la comodidad de la operación de llenado, una de sus principales cualidades. Con lo cual no da trabajo en exceso repetir las bajadas y subidas tantas veces como se crea conveniente, pero tal vez, y por poner un pero, las dimensiones del aparato para dotarle de gran capacidad de carga penalicen la resistencia que opone al bajarlo y subirlo, sobre todo a profundidades como a la que estuvimos pescando o mayores.
Hemos probado cantidad de inventos a bordo; profundizadores, excitadores, señuelos "infalibles", etc., y muchos
de ellos los hemos desechado, pero está claro que este chisme se queda a bordo
con la intención de sacarle más partido aún, y aprender a usarlo con más efectividad y en más escenarios de pesca. Sobre todo el tipo de pasta y el punto que le debemos darle para ser más eficaz es un tema que hay que estudiar aun más a fondo.