En nuestro caso por esta razón nunca lo hemos consumido demasiado, aunque
ahumado o marinado nos parece un manjar. Hervido al vapor ha sido siempre
nuestra forma favorita de cocinarlo en casa.
La gran cantidad de grasa que acumula este pescado es la culpable
de dar tanto olor cuando lo cocinamos.
Por esto, preparaciones que no necesiten hacerse
directamente sobre la plancha o la parrilla, como el salmón hervido, ya sea sumergido
en agua o mejor aún al vapor de forma tradicional o a baja temperatura, son mucho más delicadas de gusto y dejen menos
rastro oloroso. También se suele cocinar en el horno al papillote, pero de esta
forma, aunque nos libramos solo en parte del olor, el resultado final es mediocre
pues al hacerse se impregna de su propio exceso de grasa.
PODEMOS ADEREZAR LAS SUPREMAS DE SALMÓN SIN PIEL NI ESPINAS CON UN ACEITE DE AJO Y PEREJIL ACOMPAÑADO CON UNA CREMA DE GUISANTES |
En la piel del salmón y bajo ésta se acumula gran cantidad de grasa, por lo que al someterla directamente a altas temperaturas se quema y degrada provocando no solo el desagradable olor, si no también que al impregnar su carne con exceso de grasa, para algunas personas, hace que les parezca fuerte o indigesto.
Así la solución es muy fácil, cocinarlo sin piel. Si
cortamos el pescado en rodajas es muy complicado quitarla, así que lo mejor es
filetear el pescado en lomos y cortarlo después en porciones. Así mismo con la
ayuda de unas pinzas de desespinar podemos dejar los filetes completamente
limpios de espinas.
TENER UN CUCHILLO DE FILETEAR Y UNAS PINZAS PARA DESESPINAR AYUDAN UN MONTÓN |
Como es un pescado compacto, al hacerlo sobre la plancha no
se rompe, aunque esté sin su piel y además se hace más rápido y fácil.
Esta forma de hacerlo no solo complacerá tanto a los adeptos
al salmón como a los que no les va demasiado, hará la estancia en la cocina
mucho más soportable después de haberlo puesto para cenar.
Probad y veréis como apenas queda rastro de olor y al paladar resulta mucho más refinado.