En esta ocasión uno de nuestros encuentros gastronómicos periódicos nos llevó a la villa costera vizcaína de Lekeitio, con la disculpa de probar la nueva cocina recién instalada en el “txoko”, elaboramos un largo menú y juntamos una extensa colección de vinos para acompañar los platos.
Con la edad uno tiene cada vez más claro que las casualidades no existen. Y que las personas (algunas personas), como los planetas, se atraen irremisiblemente.
No puede ser para nada casual que el txoko de Lekeitio a donde fuimos invitados por el muñidor de este blog se llame Mahastiak y tenga como símbolo un gigantesco racimo de uvas tintas, capaces con su zumo fermentado de embriagar al mismísimo Polifemo.
Porque los ocho mosqueteros que atienden al lema 'Siempre hay algo que pinchar' que protagonizamos hace unos días una singular performance gastronómica, no sólo le damos a la cuchara y al tenedor, sino que también cuidamos de que nuestras copas contengan siempre un sorbito de "bon vino", como profetizó el Arcipreste de Hita. Nuestras copas, digo, o el porrón, adminículo que hemos convertido en imprescindible para nuestras frescas libaciones, son el necesario lubricante para estas citas bizarras.
Un txoko, el txoko, incorpora de suyo un plus de convivialidad, de relación transversal porque unos aprenden y gozan del que o de los que cocinan mientras que los otros se afanan en los menesteres para los que la Naturaleza mejor les ha dotado (sea la intendencia, el corte de chacinas y hogazas, la explicación de añadas vinarias, el arreglo del menaje, la limpieza o la siempre bien recibida narración de recetas, batallitas, menús y aventuras propias o de otros “tripasais”).
Hubo en este memorable encuentro txokitero (del relato de los platos se encarga aquí cerca nuestro anfitrión) otro par de invitados que se hicieron presentes (suelen hacerlo de suyo) en cuanto se extendieron los manteles, se anudaron las servilletas al cuello y las posaderas de los convocados tomaron asiento. Nos referimos a Gargantúa y Pantagruel. Ambos son siempre de la partida porque es tanto el entusiasmo, las ganas de compartir, el espíritu conectivo y solidario de los txokiteros que las viandas, los guisos, las hogazas, los dulces, las botellas, las recetas se multiplican mientras adquieren cotas deslumbrantes, siempre magníficas, al borde en ocasiones de la desmesura.
Algo que se arregla con un largo paseo digestivo o, como fue el caso, con un confortante baño en Karraspio que nos devuelve la vitalidad, el tono corporal... y hasta el buen apetito.
En la lista, en la minuta, que el compadre Valentín les pone hoy aquí por escrito no olviden jamás que hay que anotar con rotulador gordo el humor, el buen humor, y ese nivel de confidencia y de camaradería que sólo florece en estos ámbitos transversales y que sólo la purria de esa actualidad sanguinaria y partidaria que nos divide amenaza con derribar en alguna rarísima ocasión.
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PLAYA KARRASPIO |
En esos momentos, una larga cambiada, una romántica canción aldeana cantada en pianísimo, una broma... ayudan a reconducir el tiempo. Este universo está en nuestras raíces y los txokiteros sabemos bien como sacarle punta.
Quien tiene un txoko tiene un tesoro. Y cuadrilla que almuerza unida, permanece unida.
Que les aproveche. (crónica Julián “Karraspio”)
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LA NUEVA COCINA DEL TXOKO FUNCIONÓ A LA PERFECCIÓN |
EL MENÚ
Los platos los fuimos elaborando sobre la marcha, y así se fueron juntando sobras de una comida con nuevas preparaciones:
-Chacinas varias para picar (cecinas, embutidos, txistorra, etc)
-Pulpo de Camariñas a feira
-Ensalada de tomate y bonito del norte cocido al momento.
-Salpicón de marisco (langostino salvaje, pulpo y mejillones)
-Centollas cocidas
-Caldereta de raya
-Paella marinera
-Pescados del día fritos a la antigua usanza.
-Lenguados a la plancha
-Guisado de rabo ternera
-Chuletón de vaca (sacrificada el 7 de julio) a la plancha
-Tortillas de patatas
-Tartas colineta y milhojas
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PAELLA MARINERA |
Por destacar los platos más aplaudidos fueron el salpicón clásico, la caldereta raya sorprendió a alguno que no la había probado nunca, preparados por el que suscribe, la cazuela de rabo que con esmero y paciencia guisó nuestro carnicero Rodo, la paella de arroz marinero que con maestría y saber levantino preparó Luis, y las tortillas de patata, jugosas pero cuajadas, que hizo José Antonio con los huevos camperos de sus gallinas.
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EL PUESTO DE TOTAIO: PESCADOS DEL DIA |
Para elaborar las comidas nos aprovisionamos lo más localmente posible.
El pescado y marisco lo cogimos en el puesto que tiene en la cofradía nuestro amigo Agustín, patrón del barco “Totaio”. Como había temporal no pudieron faenar en condiciones y la oferta del día era más limitada que otras veces, aun así, arramplamos con rayas, lenguados, mojarras, verrugatos, salmonetes y centollos.
Las chuletas, rabo y chacinas las trajo Rodo, carnicero retirado, no falla nunca con la excelencia del producto.
El pan vino con Luis desde la capital, como va siendo tradición en los últimos encuentros. Hogazas y barras artesanas del obrador “Marea Bread” c/ Oña 125. Madrid. Donde alucinan cada vez que nuestro embajador en los Madriles acude a por el pedido de panes y les cuenta que van para Bilbao.
Los dulces los encargamos en la afamada pastelería local “Santi Gozotegia”. Una colineta (tarta de merengue) y una milhojas (hojaldre). Un lujo tener esta joya para un pueblo pequeño y apartado como Lekeitio, la calidad y maestría con que elaboran sus tartas clásicas es muy difícil de poder encontrar hoy en día. (crónica Valentín "Pitu")
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LOS 8 VALIENTES |
LOS VINOS
Para acompañar la oferta gastronómica tan intensa, variada y prolongada optamos por vinos de perfil intermedio que pudieran acompañas a las tres comidas.
Comenzamos con un magnífico rosado de Bodegas Santalba ( Gimileo, La Rioja) fermentado en barrica de roble americano permaneciendo unos meses con sus lías, a ciegas resultaría difícil distinguirlo de un tinto y Terminamos con un magnífico San Román 2017 que añada tras añada no decepciona por su expresividad frutal y excelencia en el manejo de la madera.
De un extremo a otro pasamos por múltiples vinos. Dos blancos, un godello y un albariño de bodegas Zárate, acompañaron al marisco. Como curiosidades catamos el excéntrico “Elhalma”, tinto elaborado en Rioja con variedades fuera de la denominación y tinto también el “Txinga”, un vino joven y frutal que no deslumbró.
Siguiendo la pista de los blancos continuamos con un poco común tempranillo de bodegas J. San Pedro ( La Guardia, Álava), un vino elegante y complejo. Seguimos tras la viura con crianza, un Martinez La Cuesta 2018 que nos decepcionó. Terminamos esta fase con un curioso y liviano, albillo de Clunia.
Pasamos a un shyraz de Pago de Ureña, aportó zarzamora y un Toro de la misma bodega, consistencia.
También catamos ,como curiosidad, unos vinos traídos de Eslovenia, un blanco con su uva estrella, la rébula y un tinto merlot, no muy estimulantes.
Así fue a grandes rasgos el acompañamiento enológico de tan intensas, prolongadas y consecutivas comidas. (crónica Pedro “Bilbis”)
NOTA:
Agradecer al Hotel – Taberna Piñupe (Marian) por su trato, acogida , las facilidades para las reservas y reparto de habitaciones roncador-no roncadores.
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HASTA LA PRÓXIMA |