Estos simpáticos animalillos son muy conocidos y presentes en la zona litoral pero actualmente no parece que sean muy utilizados de carnada. Son fáciles de conseguir y un gran cebo. Excelente recurso a nuestro alcance, para usarlo tanto sobre fondos de roca como de arena, ya sea lanzando desde costa o embarcación.
Si hay un pez que siente predilección por este cebo, éste es la breca, pero cualquier pez con una buena mandíbula para triturarlos los tiene en la base de su alimentación, así que buenos ejemplares de sargos, pargos y doradas, sobre todo jóvenes, o grandes durdos, son atraídos por los ermitaños.
En fondos de arena el ermitaño da muy buen resultado con las brecas |
Los cangrejos ermitaños son unos crustáceos que han colonizado todos los océanos y hay muchas especies diferentes. En aguas de la Península Ibérica cohabitan varias. En el Atlántico y Meditárraneo son comunes los del género Pagurus.
En fondos rocosos los lábridos entran fenomenal al ermitaño |
Los podemos encontrar en la franja intermareal del
Cantábrico. Habitan desde la zona de mareas hasta aguas más profundas. Aunque
los veamos en las rocas, también deambulan por zonas arenosas en busca de comida.
Anatómicamente, tienen 2 partes del cuerpo bien
diferenciadas, la cabeza con caparazón y el abdomen delicado y blando, por lo
cual se protegen metiéndose en conchas abandonadas de diversos caracoles.
Pueden a llegar a medir entre 6 y 10 cm, pero los que encontramos entre las
rocas y charcos de marea son más pequeños.
Conchas de Nassarius |
Las conchas de caracolillos que más frecuentemente colonizan son las denominadas “margaritas” o Nassarius, de hasta 3 cm de altura, bastante duros de romper.
Conchas de Monodonta |
También son muy frecuentes moradores de las conchas de “peonzas”
o Monodonta, de hasta 2,5 cm de ancho, más fáciles de partir y sacar al huésped
intacto.
Colonia de ermitaños |
Recolección: Forman
colonias sobre las rocas y charcos descubiertos en las bajamares, sobre todo en
mareas vivas, que es cuando podemos aprovechar para recolectarlos. En apenas
media hora y seleccionando los ejemplares mayores podemos recoger cebo para una
semana de pesca intensiva. Desgraciadamente, si hay mar de fondo no suelen
salir mucho de sus escondites y los encontraremos solo en las zonas protegidas
de las olas.
Además de recolectar los ermitaños conviene llevarnos un par de piedras para partirlos. |
Conservación:
Conviene lavarlos con abundante agua marina y tenerlos a remojo un rato antes
de pasarlos a una bolsa de tela que guardaremos en la nevera. Si podemos ir
dándoles baños de vez en cuando nos pueden durar vivos unos 10 días. Conviene
revisarlos y quitar los muertos, que se ven fácil ya que sacan el cuerpo de su
morada al morir.
Una manera de entretenerse entre lances es ir partiendo los bichos y preparar el siguiente cebado. Tener "ayudente" fundamental. |
Cebado:
Conviene utilizar anzuelos finos, ya sean rectos o de pico de loro y de tamaño
que admitan al menos 6-8 ermitaños.
Los pinchamos por el abdomen sin atravesar la cabeza para no matarlos. En cambio, el último ejemplar lo ensartamos por la cabeza para que quede bien fijado y haga de tope para el resto.
La fragilidad del
cebo es solo aparente, ya que si están vivos se van a agarrar unos a otros
formando una bola en el anzuelo que va a permitir lanzarlos todo lo lejos que
podamos sin perderlos.
Para sacarlos de su morada hay que romper las conchas, pero
con cuidado de no machacar al inquilino. Para ello conviene proveerse en el
mismo lugar de la recolección de un par de piedras planas para usarlas como yunque
y martillo. Es un poco trabajoso, pero
para adelantar podemos ir preparando el cebo entre los lances, aunque lo mejor
es tener ayudante.
Una "pescata" usando ermitaños como cebo. |