¿Cocina de proximidad?. Este nuevo adjetivo que trata de cualificar y encumbrar una actividad cotidiana, la de cocinar, ha hecho fortuna e impactado en la diana mediática, hasta convertirse en un nuevo mito.
Todo hace pensar que surgió como respuesta inmunológica ante una Cocina Global Transoceánica y Viral, que preludiaba el agotamiento de los recursos planetarios.
Ya es nuestra la Nueva Cocina de Proximidad. Pero, como lo hemos conseguido?
Introduciendo en un Asistente de Cocina una medida de experiencia, varias onzas de autenticidad, suficientes dosis de frescura y todo ello regado con aporte generoso de pureza?Acompañando a recolectores, ganaderos y pescadores que hacen cola para depositar sus joyas en las mesas de trabajo, mientras se muestran más como amigos que como proveedores.
Claro, que buscando oxigeno podemos probar a dejar a un lado esta incidencia atropellada de conceptos y palabrería y descender a algo más prosaico.
Así las cosas…hemos acudido a la huerta riojana de un amigo, a orillas del río Leza y ponemos en marcha el ritual de tantos veranos.
En los reteles dispuestos en las pozas umbrías, nos esperan los cangrejos.
Después de capados y extraídos el intestino, van a ser introducidos vivos en el agua para su cocción.
Se terminarán de cocinar con las especias habituales, entre ellas el clavo, cuya punzada va a rebotar como un eco en las notas especiadas del tempranillo obtenido de los viñedos, regados por las mismas aguas del Leza y que va a estructurar la cata.
Mientras, se lavan, secan, pelan, cortan y confitan las cebollas, los tomates y las piparras, crecidos en esa huerta y fertilizados por la misma agua en la que se están terminando de hacer los cangrejos.
Las lechugas, pepinos y tomates acopiados allí mismo estarán en la comida, aderezados por el aceite de un trujal vecino y el vinagre que, junto con el vino, proceden de una bodega cercana.
Un manzano centenario nos invita a recoger sus reinetas, que se caen solo con mirarlas y que aceptan una cantidad ridícula de azúcar para ofrecer un bloque tembloroso y brillante de dulce de manzana como postre.
Misma agua del Leza, misma tierra y mismas manos hortelanas que siembran, cultivan y recolectan sus productos.
Estas manos andan ahora ocupadas en los preparativos para una jornada de pesca durante el periodo legal del atún.
Hoy, la suerte ha estado de nuestro lado y ahora, un atún rojo, yace moribundo en la cubierta. Las manos le desenzuelan, mientras el punzón del ike jime evita sus últimos estertores de agonía, facilita un desangrado completo y un final rápido, evitando la acumulación de lactatos y protegiendo la finura y calidad de su carne.
El ronqueo también tiene que ser rápido. La mano experta despieza cuidadosamente y clasifica morrillo, mormo, tarantelo, parpatana, lomos…que son empaquetados y sellados al vacío, camino del arcón.
Agua del Cantábrico, donde las mismas manos marineras acuden y capturan sus criaturas.
Ahora estamos en la Cata con un amigo y son las manos que alinean el morrillo del atún y el lomo de un bonito, después de un paso breve por la plancha.
El sabor del bonito, tras un inicio más seco y soso, despliega su finura y te hace pensar en una ligereza que no va acabar cansándote.
El de atún, más untuoso, debido a la grasa infiltrada, muestra un final ligeramente agrio y metálico pero noble, aunque un grado por debajo de las expectativas.
Paradójicamente, ninguno de los dos sabe a pescado. Sus sabores complejos y delicados remiten a carne de ave fina, o de entraña de corzo muy joven.
Estos procesos, sus bocados marinos, fluviales, botánicos y frutales, ensamblados en una cadena, con un eslabón, el de las manos que los han oficiado… que clase de cocina representan?
Deberíamos descortezar a la cocina de sus atributos (continental, occidental, europea, nacional, regional, local, tradicional, casera, de mercado, de autor, nueva, molecular…) y saludarla sombrero en mano.
Merece la pena sumarnos a la corriente de recorrer el mercado de adjetivos hasta encontrar uno inédito que nos encumbre?
O, como en la Poesía, descartamos características y cualidades y las sustituimos por un verbo y hablamos simplemente de…Cocinar?
Antonio Tirabeque
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