jueves, 5 de diciembre de 2019

DE BISALTOS, GUAYABAS Y ZURRUKUTUNAS





EN NOVIEMBRE HA SIDO EL 4º ANIVERSARIO DEL BLOG Y PARA CELEBRARLO,   LOS IMPULSORES DE LA IDEA NOS JUNTAMOS EN UNA COMIDA.

BUEN MOMENTO PARA INTENTAR SORPRENDERNOS CON ALGÚN PLATO, INGREDIENTE O VINO QUE NO HAYAMOS PROBADO.

   EN ESTA OCASIÓN APRENDIMOS A COMER BISALTOS Y GUAYABAS,     PREPARAMOS UNA ZURRUKUTUNA COMO HOMENAJE A LA COCINA     TRADICIONAL Y CONTRASTAMOS ATÚN ROJO  CON BONITO. 


Los bisaltos o tirabeques, son guisantes jóvenes con su vaina. Nuestro amigo Pedro  trajo unos cuantos de su Zaragoza natal y nos enseñó la forma de comerlos a la aragonesa, primero cociéndolos tres minutos  y luego salteándolos con aceite, ajo y jamón. El truco está en cogerlos por el rabillo con los dedos y tirar con los dientes. De esta forma rabillo y nervios, que son tiesos, se quedan en la mano. Resultan un bocadito apetitoso y entretenido de comer como aperitivo.






El menú de esta ocasión lo confeccionamos con unos lomos de bonito y atún rojo, un poco de bacalao desalado, ajos y pan seco, unas manzanas de caserío ¡Ah! y unas guayabas.

Pero, ¿que son las guayabas?. El fruto del guayabo, fruta tropical, también llamada feijoa, que, curiosamente, se ha aclimatado a las laderas de la margen izquierda de la ría del Nervión, junto a vides de txakolí, manzanos e higueras.

Da la casualidad de que un amigo tiene una árbol de estos, plantado entre los manzanos de variedades autóctonas del País Vasco y me trajo algunas piezas. Es un pequeño fruto que recuerda a una mezcla de una lima y un higo.

No las había visto en la vida, y la verdad, es que los que se atrevieron con ellas no acertaron a definir su sabor. A la vez un aroma cítrico, pero sabor dulzón... Su piel verde es suave y fina, pero a la vez resistente, y su carne blanquecina es pulposa, estilo al plátano, con semillitas en el medio. Una curiosidad.







ZURRUKUTUNA


Receta clásica para entrar en calor (sopa de ajo con bacalao), con la que abrimos el menú.

Para 4 raciones: 4 dientes de ajo, 2 cucharaditas pimentón dulce, la pulpa de 2 pimientos choriceros remojados, 4 cucharadas de salsa tomate, media barra de pan seco tipo chapata o similar cortado fino, 750 ml de un caldo corto de pescado, 50 ml AOVE, 250 gr de bakalao desalado en tiras, 4 huevos, punto sal... (más vale quedarse corto y probar bien al final y rectificar ya que el bakalao aporta sal).





Preparación:


Freir los dientes de ajo enteros y pelados hasta que se doren y ablanden. Quitar y reservar. 


Rehogar el pan y poner el pimentón sin que se queme, verter el caldo en la cazuela y llevar a ebullición. Bajar a fuego medio.

Machacar los dientes de ajos con la carne de pimiento choricero y un poco de sal gruesa hasta que quede como puré y verter a la sopa.

Cocinar removiendo de vez en cuando para que el pan se vaya rompiendo e integrando durante 20 minutos

Añadir el tomate y el bakalao removiendo bien, bajar el fuego y cocer al pil pil otros 10 minutos.

Queda mejor si reposa un par de horas.


Servir con un huevo escalfado.





También preparamos filetes de lomo de atún a la plancha previamente marinado con ajos y zumo de limón, presentado con guarnición de bisaltos y guayabas salteados.




El bonito, cortado en supremas sin pieles ni espinas, lo pusimos guisado ligeramente con una fritada de tomate, cebolla y pimiento.

Contrasta su carne más blanca y delicada con la del atún. En nada desmereció, sino todo lo contrario, aunque lo tomamos después del atún rojo. 



De postre, unas socorridas empanadillas de compota manzana al horno.

LOS VINOS






























Elegimos vinos tintos de maceración carbónica, para los primeros platos y un txakolí espumoso para el postre.

El "beajolais" francés fue el que menos gustó, quizá  ya demasiado caído. De los otros dos alaveses, el "ostatu", simplemente correcto. Poca fruta para lo que se espera en un vino de cosecha. El "luberri", sin embargo, potente y fresco, el que más agradó.

Ya habíamos probado anteriormente el txakolí espumoso de Txomin Etxaniz, y nos había sorprendido gratamente, así que abrimos una nueva botella para comprobar que la otra ocasión no fue un espejismo. Nos volvió a parecer excelente, a la altura de los mejores  cavas o champanes.